miércoles, 28 de marzo de 2012

Especies promisorias

El tema de las especies promisorias se ha convertido en los países de la región andina en un parámetro sobresaliente de investigación en campos como los de la Biología, la Química y la industria, esto debido a las tendencias mundiales que buscan volver a los productos de origen natural y al aprovechamiento de la flora y fauna nativas de forma sostenible.
Después de esta introducción a algunos lectores les puede surgir la inquietud acerca de ¿Qué es una especie promisoria? Al respecto la definición más acertada es la que da el Convenio Andrés Bello el cual dice que el término hace alusión a todas aquellas especies animales o vegetales con un alto potencial de aprovechamiento industrial, que no tienen un desarrollo comercial a gran escala. Esto agrupa a especies nativas que pueden tener una amplia diversidad de usos industriales  como sustitutos de materias primas o de productos terminados, pero de las cuales no existe un amplio desarrollo en domesticación de cultivos, formas de procesamiento industriales y mercados de comercialización.
En Colombia el término se ha hecho popular entre las facultades de ciencias básicas de diferentes universidades que han centrado sus desarrollos en los estudios de la flora y fauna nacional, sin embargo son pocas las verdaderas innovaciones al respecto del tema.
Es común ver en ferias de ciencia universitarias y en ámbitos académicos trabajos sobre las propiedades químicas del Michú o Chambimbe (Sapindus Saponaria),  de las bondades alimenticias del Chachafruto o Balú (Erythrina edulis), o de las ventajas de la harina de Quinua (Chenopodium quinoa) esto por citar algunos ejemplos. SIn embargo, no se aprecia un real impacto de estos productos en la industria nacional, a pesar de los innumerables estudios que reposan en las bibliotecas y anaqueles al respecto.
Surgen entonces otras preguntas: ¿siendo Colombia un país de una inmensa riqueza animal y vegetal, con una posición estratégica que le permite albergar una gran biodiversidad, con más de 3000 especies vegetales y comestibles (de las cuales solo 200 están domesticadas) por citar un ejemplo, por qué no somos un país líder en materia de aprovechamiento de especies nativas? y ¿por qué albergando tanta riqueza agropecuaria seguimos siendo un país de un pobre desarrollo agroindustrial?
Esta preguntas  obedecen a una gran cantidad de factores de los cuales adolece el país y que han impedido que los numerosos estudios de orden biológicos, químicos y fitoquímicos decanten en una real oportunidad de generar innovación a partir de las especies promisorias.
En primera instancia se debe mencionar la falta de conocimiento que se tiene en las regiones acerca de dichas especies. En Colombia el instituto Alexander Von Humbold hace grandes esfuerzos por potenciar el desarrollo de proyectos enfocados al uso alternativo de la Biodiversidad, partiendo de una caracterización y diagnóstico de diferentes especies promisorias de las 5 regiones del país, sin embargo, estos estudios no llegan en muchos casos a las entidades territoriales de los municipios y menos a los productores y cultivadores los cuales consideran mucha de esta vegetación como “maleza” o de uso simplemente ornamental en el mejor de los casos.
En segundo lugar no existe una política nacional agropecuaria de largo plazo que permita el establecimiento de cultivos comerciales. Muchas de las especies vegetales y animales requieren de una domesticación y un largo tiempo de siembra y levante (según sea el caso), estos periodos pueden ser incluso de años, los productores no están dispuestos a arriesgar su capital en una inversión de tan largo plazo, aun teniendo la evidencia científica de las bondades y potencialidades de los productos.
En tercer lugar se puede citar la falta de una industria de transformación competitiva. Muchas de las especies promisorias lo son por que contienen sustancias usadas como materias primas en diversos procesos de la industria química y de alimentos, sin embargo el país no cuenta con una industria desarrollada en estos sectores, causando una falta de demanda local a la producción de especies y restándole valor agregado a los procesos productivos de las mismas, que deben ser comercializadas en fresco.
Por otra parte se puede mencionar una problemática del agro en general y es la falta de infraestructura como vías de acceso, centros de acopio y sistemas de riego, que impiden que los productos procedentes de las regiones agrícolas sean competitivos dados los altos costos logísticos que este problema implica.
Para comenzar a dar solución a estas problemáticas se debe empezar por generar un cambio en la cultura agrícola colombiana, pasando de procesos de explotación tales como los monocultivos o la ganadería extensiva a procesos de aprovechamiento que además de generar un beneficio financiero generen un beneficio económico y social sostenible en el largo plazo, respetando el medio ambiente.
De igual forma se deben gestionar los recursos necesarios para generar la infraestructura adecuada disminuyendo los costos logísticos y de igual forma establecer capitales de riesgo para el desarrollo de proyectos empresariales innovadores a partir de especies promisorias.
Es claro el potencial al respecto del uso de la biodiversidad nacional, que implica el aprovechamiento y no la explotación de la ventaja comparativa de los recursos naturales, se han hecho avances en los estudios básicos para el uso adecuado de dichas especies; sin embargo falta dar el salto a la innovación y hacer que estas lleguen a los consumidores a nivel nacional e internacional, remplazando materias primas sintéticas y contribuyendo a la seguridad alimentaria, de una forma competitiva y que genere beneficios justos para el agro colombiano.

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